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desde Cumaná

sábado, 27 de noviembre de 2010



La rebelión cívico militar del 27 de noviembre de 1992: preámbulo de la revolución bolivariana


"El 27-N fue muy difícil y doloroso, significó sacrificios, entereza y valentía para todos quienes tuvieron la necesidad de protagonizarlo"

A 18 años de la rebelión cívico militar del 27 de noviembre de 1992 (27-N), le rendimos especial tributo y reconocimiento a todos los venezolanos, civiles y militares, que ofrendaron su vida en el intento de sacar al país de ese abismo en que lo habían sumido mafias político-partidistas desde hacía más de 40 años.


Mafias que han tratado de regresar con toda su carga de atraso e infelicidad para la población venezolana, con groseros beneficios para unos pocos, migajas a otros y el empobrecimiento de las mayorías.

El 27-N fue muy difícil y doloroso, significó sacrificios, entereza y valentía para todos quienes tuvieron la necesidad de protagonizarlo; pero una de sus virtudes fue el haber dado el puntillazo final al régimen imperante del señor Carlos Andrés Pérez, preparando el terreno para el inicio de este proceso de cambios que hoy tenemos en desarrollo.

Tres rebeliones, estremecedoras de la sociedad venezolana, han sacudido a nuestra Nación en los últimos 25 años. La rebelión civil del 27 de febrero de 1989, la rebelión militar de los comandantes del 4 de febrero de 1992 y, nueve meses después, la rebelión cívico militar del 27 de noviembre.

Cada una de estas tres rebeliones tiene sus particularidades, sus propias características, pero con un sólo objetivo, la lucha en contra del oprobio político y de la injusticia que los jerarcas de ese entonces aplicaron a la Nación venezolana para satisfacer sus insaciables ambiciones personales y grupales.

Tratar de explicar los orígenes de los cambios que ha intentado nuestra sociedad venezolana en los últimos tiempos, excluyendo a cualquiera de estas rebeliones, denota una supina ignorancia o una burda manipulación de la historia. En todo caso, esta omisión se muestra evidentemente irrespetuosa en contra de las víctimas que en estos acontecimientos ofrendaron sus vidas.

El 27FEB89 fue una rebelión espontánea de la población que, criminalmente fue sometida a sangre y fuego con todo el rigor del Estado por medio del empleo violento y alevoso de las FFAANN. En ese entonces, los jerarcas tanto civiles como militares que actualmente pugnan por volver, aprobaron con satisfacción esas “necesarias” medidas para garantizar la “gobernabilidad” de la Nación, y mantuvieron amenazada a la población con una acción similar si ésta no se sometía dócilmente a todas las condiciones que le eran impuestas.

La rebelión militar de los comandantes del 4-F, fue una acción donde participó casi exclusivamente el Componente Ejército y, que tuvo entre sus virtudes, retornar la confianza de la población en sus Fuerzas Armadas, confianza que se había evaporado el 27FEB89, a raíz de la masacre sufrida a manos de las FFAANN. Asimismo, esta rebelión militar significó un llamado a la reflexión, el despertar de muchos efectivos militares de todos los Componentes, de diferentes grados y, que desempeñaban diferentes cargos, quienes empezaron a entender claramente la verdadera situación caótica que estaba viviendo el país. Ello condujo a la rebelión del 27NOV92.

En la rebelión cívico militar del 27-N participaron efectivos de las cuatro fuerzas de las FFAANN, en conjunción con civiles de diferentes estratos sociales. Muestra de ello fue la diversidad de prisioneros que arrojó esta rebelión. La Fuerza de mayor presencia fue indudablemente la Aviación, que de alguna manera había comprometido previamente su participación el 4FEB92 y, por diferentes razones, no pudo desplegar sus acciones durante aquella jornada. Igualmente ocurrió el 27NOV92 cuando unidades de la Armada y del Ejército que tenían previsto incorporarse a las operaciones, no pudieron participar por diversas razones, y en especial, por la delación de la cual había sido víctima el movimiento; ocurriendo lo mismo con la participación de comunidades y organismos civiles que no pudieron hacerse presente en los lugares y momentos preestablecidos.

En todo caso, lo importante es que la rebelión del 27-N no fue la exclusiva actuación de un sólo Componente, sino de todos los Componentes Militares en unión con importantes y diversas representaciones civiles, siendo uno de estos casos, la participación de numerosos funcionarios de la Policía Metropolitana que formaban parte del denominado Grupo Zeta. Razones que nos llevan hoy y siempre al más alto reconocimiento a todos estos civiles y militares que hicieron posible la rebelión del 27-N.

Necesario es recordar que ayer, y específicamente en el año 1992, cuando ocurrieron las rebeliones del 4-F y 27-N, el país se encontraba en un franco deterioro económico, social y fundamentalmente moral. Los jerarcas tenían poca o ninguna aceptación y credibilidad, el señor Carlos Andrés Pérez, presidente de la República para esos momentos, tenía el 91,8% de rechazo en su gestión según la empresa encuestadora ECO Omnimagen; la economía se encontraba en el subsuelo y, como lo afirmó en esos días el entonces Canciller de la República, G/D Fernando Ochoa Antich durante una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales en Washington “… la crisis militar y el desprestigio político sacuden a mi país…” Esos mismos jerarcas que aprobaron el uso de las FFAANN contra el pueblo el 27FEB89; que saquearon al país por más de 40 años sumiendo a los venezolanos en una insoportable pobreza; quienes años después prepararon o por lo menos apoyaron las acciones de francotiradores que masacraron a las marchas tanto chavistas como opositoras el 11 de abril de 2002, y que luego aplaudieron frenéticamente la disolución de los poderes del Estado en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, negando posteriormente y de una manera cínica su participación en estos hechos, a diferencia de los líderes de las rebeliones del 4-F y 27-N, quienes asumieron la responsabilidad de sus acciones, hoy, esos mismos jerarcas civiles y militares tratando de apoyarse en el olvido de las generaciones de ese entonces y en el posible desconocimiento de la historia por parte de las generaciones actuales, intentan regresar a sus pasadas andanzas. Esos mismos civiles y militares de ayer, fueron quienes durante la rebelión del 27-N, ordenaron y apoyaron la masacre de los presos del retén de Catia; la retoma del Canal Ocho, ultimando rebeldes ya rendidos; el derribo y asesinato de pilotos de aeronaves Bronco con la infinita superioridad de aviones F-16, inclusive, cuando los Broncos habían desplegado su tren de aterrizaje ya para tocar tierra, ataque expresamente prohibido en la Convención de Ginebra.

Esos son los mismos generales, ya hoy en situación de retiro, quienes a pesar de la rendición de los rebeldes en la Base Aérea de El Libertador en Maracay, ordenaron intensificar el destructivo e innecesario ataque contra sus instalaciones; jerarcas y cabecillas, civiles y militares oposicionistas, hoy tratan de justificar sus garrafales actuaciones de ayer, descalificando estas rebeliones, haciéndose solidarios incondicionales con cualquier denuncia contra el Estado venezolano donde se señale a nuestro país como un Estado forajido, con la recomendación de una invasión del suelo patrio. “… más prefiero la bota norteamericana en Venezuela que a Chávez en Miraflores…”, decía una envenenada señora del oposicionismo.

Hoy los jerarcas del oposicionismo junto a sus bisoños aspirantes, se baten a cuchillo por los cargos a elección popular en la búsqueda de la consolidación de las camarillas de cada partido en la próxima contienda electoral del 5 de diciembre y las que están pautadas a futuro. Los únicos objetivos que los mueve son la salida de Chávez y la entronización de cada jerarca en cargos provechosos para sus arcas y ansias de poder. La lucha es sin cuartel “…todo lo que beneficie al partido, será saludable para el país…”

La amenaza del oposicionismo se cierne sobre el futuro de Venezuela como una plaga que quiere regresar, pero nuestra defensa está en una verdadera rectificación; aceptemos que muchos errores hemos cometido durante el desarrollo de este proceso revolucionario, cuyos objetivos orientan hacia la sensibilización humana y el bienestar de nuestra población. Sin embargo, es posible que los caminos escogidos para alcanzarlos, no siempre hayan sido los más acertados.

Por lo tanto, es imprescindible e impostergable que cada uno de nosotros, con honestidad, con mayor valentía de la que nos acompañó en las rebeliones, rectifiquemos donde haya que rectificar… ¡Vaya que tenemos que rectificar! Porque …“ Son tan importantes los objetivos como los caminos para alcanzarlos. El mejor y más loable de los objetivos se puede tornar inalcanzable si los métodos para lograrlo son odiosamente equivocados.”

Sí, reconozcamos con valentía y rectifiquemos lo que requiera rectificación; asimismo, reafirmemos con inteligencia, con serenidad y mucha honestidad, toda esa legión de logros y acciones positivas que han caracterizado al proceso revolucionario en beneficio de nuestra Nación, con énfasis en los sectores más desposeídos pero sin olvidar que todas las clases sociales son pueblo y requieren la efectiva atención del Estado, enseñando primero a nuestro pueblo a ejercer positivamente el poder, porque …. “Imprescindible es educar a nuestro pueblo para que luche por el progreso individual y colectivo. No podemos permitir que la marginalidad avance inexorablemente y nos arrope como una ola implacable que ensombrece nuestro bienestar de hoy y arruina el futuro de nuestros herederos.”

Si acertamos en esta titánica tarea, podremos enfrentar con éxito el cúmulo de elecciones que nuestra nueva y oxigenada democracia nos impone.

Caracas, 27 de noviembre de 2010.

LUIS E. CABRERA AGUIRRE/ Contralmirante