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desde Cumaná

domingo, 30 de mayo de 2010

un mundo sin santos



Un mundo sin Santos
Por: Miguel A. Jaimes
Fecha de publicación: 29/05/10



El fraude está cantado en Colombia. Uribe dirige la maquinaria electoral que puede llevar a Juan Manuel Santos a la Presidencia del neogranadino país.

Mientras en las grandes extensiones del Departamento de Córdoba, controlados por fuerzas paramilitares, sus habitantes amenazados, obligatoriamente tienen que darle su voto al partido de la U.

Los paracos han impartido instrucciones para el día de las elecciones, sufragar con la papeleta abierta, que nadie se equivoque, que todos voten por Santos.

El mundo no sabe de lo que se libraría si este “señor” no sale electo. Nos ahorraremos reuniones, comisiones de paz y reconciliación, porque en la cantidad de problemas que este gerente pronorteamericano se metería, tendría que tener por canciller a un superman.

Slogans de su campaña:

Se atribuye ser el arquitecto del comercio con Venezuela. En esto no hay dudas, es todo un confeccionador de problemas

Abiertamente señala ser el responsable de la acción militar contra terroristas en Ecuador.

“Con Venezuela tendré mucho cuidado de ahora en adelante”.

Su obcecación con la candidata Noemí le llega hasta tratar de arrebatarle congresistas y sus momias, mas el voto femenino. Hasta su desarreglado género.

El amiente natural y la ecología le preocupan demasiado, la considera como “la plaga verde”, mando a cortar el césped de su mansión, protegida por escoltas, carros blindados y un arsenal de fusiles con miras telescópicas, pero como volvió a crecer, ordeno quitarla y dejar su jardín en pura tierra.

Santos será capaz hasta de bendecir con su equipo de gobierno las bóvedas del Banco Central de Colombia, no escatimaría en robarse hasta las joyas olvidadas de viejos corruptos fallecidos y las de narcos extraditados que nadie nunca se ha atrevido a buscar.

Todo esto da al traste, mientras en un apartado lugar de una roída casa de paredes de barro con techo de paja y cacerolas negras por el calor de leña, una vieja ruega por que suceda un milagro y Colombia espante el tenebroso fantasma del partido de la U, a un lado, su viejo compañero, un hombre que le compite en años, murmura entre dientes caídos, protegido por una maloliente ruana, “en Colombia ya no se dan milagros”.