lunes, 18 de octubre de 2010
Chile: El festín mediático de la filantropía burguesa
Buen Abad: “Hay derrumbes que desnudan”
El arribismo oligarca convirtió el rescate de los mineros chilenos en episodio de farándula
Un derrumbe en la mina San José de Copiapó, Región de Atacama de la República de Chile, dejó sepultados a 33 trabajadores mineros. Ocurrió el jueves 5 de agosto alrededor de las dos de la tarde. Sepultados los mineros, quedaban a la vista, una vez más, el neoliberalismo pinochetista y la lista enorme de irresponsabilidades históricas que ha tenido a los trabajadores sometidos a condiciones inhumanas: inseguridad laboral, salarios paupérrimos, atmósferas insalubres, enfermedades, humillación, violación permanente de las leyes e irregularidades de todo tipo en la operación, construcción y diseño de los túneles de las minas que, amén de otras calamidades, dificultan las tareas de rescate. En todas las minas chilenas y en todas las minas del mundo.
El derrumbe en San José deja al desnudo la pachanga del capitalismo y sus cómplices serviles: el neoliberalismo salvaje que cobra vidas a destajo, la desvergüenza y la corrupción que son moneda común cuando se trata de subir las ganancias gracias al “arte” -criminal- de abatir costos recortando salarios, garantías y seguridad en el trabajo. En suma, una canallada monstruosa. Hay antecedentes de peligro en esta mina, que ya había sido cerrada. Hay que encontrar, de inmediato, a los responsables de autorizar su reapertura y a sus dueños.
No esperemos que la oligarquía diga la verdad sobre las causas del accidente, esa es tarea revolucionaria nuestra. Hoy los mineros chilenos han derrotado la táctica burguesa de invisibilizar, a ultranza, a la clase obrera. Sólo los trabajadores salvan a los trabajadores, en el rescate de los mineros es el pueblo quien manda, aunque no lo muestren las cámaras.
Los 33 mineros atrapados, tras de ser reabierta una mina que había sido cerrada por incumplir las normas de seguridad, lograron sobrevivir gracias a la disciplina que asumieron para superar las condiciones más adversas. Sobrevivieron porque se organizaron. Sobrevivieron porque activaron todas las fuerzas para la cooperación, en condiciones extremadamente desafiantes, y no por obra de “milagros” ni de “caudillismos”. Es falso que se tratara de personas desahuciadas, según la moraleja burguesa, cuyo destino estaba “marcado” y que sólo la salvación, financiada por el patrón-presidente, y sus oraciones, los arrancaría de la muerte pre anunciada.
No esperaron estos 33 obreros, las órdenes del jefe ni el “orden” burgués, no esperaron a las “autoridades” para decidirse a sobrevivir. Decidieron sobrevivir apoyados en sus fuerzas, en sus conocimientos y en un plan vital para todos. Tal supervivencia derrotó incluso la manía ideológica burguesa de la resignación individual y colectiva. Cuando la atención mundial de las oligarquías mass media se fijó en los 33 mineros, se desplegó toda la tecnología para imponernos, con su organización metódica, el discurso moralista dispuesto a tergiversar los hechos. Aparatos a granel para imponernos sus “verdades” burguesas sobre el “rescate”, para endiosar a las “autoridades” y a los técnicos. La jauría mediática no logró esconder la usura y la codicia oligarca. La presión del pueblo chileno fue clave. Piñera sólo pensaba en montarse en el caballo del “salvador” para salir de su devaluación política.
AL RESCATE DEL NEGOCIO
El “rescate” no fue para los obreros, se trataba de rescatar a su “alma mater” económica que es, precisamente, la industria minera. Salvar, exactamente, a la misma mafia criminal que en todo el continente depreda asesina y destruye ecosistemas y vidas humanas. Hay que ver San Luis Potosí en México, hay que ver Pasta de Conchos y hay que ver Perú, Bolivia, Argentina. Piñera protagonizó un rol de “salvador” de los negocios de sus jefes oligarcas, disfrazado de “salvador” de obreros y, de paso, se compró una reconciliación mediática, con un pueblo del que se olvidó a la hora de la tragedia telúrica y del maremoto más recientes.
La “perfección” del rescate sirvió para camuflar la irresponsabilidad diaria con que se manejan las empresas mineras. Tan pronto se encendieron las cámaras, y los micrófonos, se ahuyentaron, mágicamente, las negligencias, las jetas de odio de clase, las respuestas burocráticas y el asco burgués contra los pueblos. Mientras, aparecía, para las televisoras y los diarios, la filantropía burguesa patrocinadora del rescate. La dádiva vuelta show. CNN con todos sus imitadores, sus competidores y sus sucedáneos, acudió al festín de la “filantropía” mediática. No lo hicieron por buenitos, lo hicieron gracias a la presión de la población de chilena y del mundo.
Piñeira para salir en la “tele”, sacó los recursos económicos que siempre se regatea a los trabajadores. No aparecieron los dueños de la mina, Marcelo Kemeny y Alejandro Bohn, que tardaron un día entero en avisar a las familias de los 33 obreros que habían quedado sepultados. Estos empresarios neoliberales poseen el 40% y 60%, cada cual, de la mina que operaba irregularmente. Ni una palabra en los noticieros extasiados con la “perfección”, la prontitud, la bonhomía y el milagro. La orgía mass media festinaba con imágenes, llantos, tensión y drama, su vorágine espeluznante de exhibicionismo “humanista”.
LOS QUE SÍ MURIERON
A principios de agosto daban por muertos a los mineros y los sumaban a los 31 que han fallecido en Chile durante el año, víctimas de, al menos, 28 accidentes laborales. Para ellos no hubo parafernalia televisiva ni vestiduras desgarradas en el foro mundial de la noticia-espectáculo. Ningún funcionario se apersonó ni hubo donaciones millonarias, ni hubo gente linda pidiendo “ayudar”. La prensa silenció todo. Son ya 373 trabajadores fallecidos en los recientes 10 años, según el Servicio General de Geología y Minería (Sernageomin).
Chile, país minero, donde la muerte sigue acechando a los mineros. Todo el aparato propagandista burgués se puso a los pies de la poderosa industria minera y de su gerente, Piñera, afecto a exhibirse en el show mediático. La parafernalia mediática exhibió la ideología de la clase dominante. Operaron como serviles al pinochetismo empresarial.
Visto como se debe ver, este episodio hizo visible una imagen siempre escondida: la imagen de los obreros y sus familias. Se hizo visible el pueblo chileno con las ratificaciones históricas de su heroísmo contra las empresas mineras y contra las dictaduras. Vimos la fuerza de los trabajadores acosada por la furia mediática distorsiva y obscena. Visto como se debe ver, es necesario mirar cómo el circo mediático quiso esconder a Piñeira como empresario en la industria minería, en empresas de energía y en industrias y comercios diversos. Visto como se debe ver, quedó en evidencia cómo la pandilla empresarial chilena, aliada con las pandillas trasnacionales de la industria minera en Latinoamérica, pagan lo que sea para mostrar su “buena onda” hipócrita, funcional y conveniente a los panes geopolíticos de Obama para controlar estratégicamente al “cono sur”. El imperialismo a la vista.
T/ Fernando Buen Abad Domínguez