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desde Cumaná

domingo, 5 de junio de 2011



Se cumplen 181 años del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre


Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho y ejemplo de los pueblos del continente.


Caracas, junio 4 - Se cumplen 181 años del asesinato que perpetró una oligarquía separatista en contra del Gran Mariscal Antonio José de Sucre, insigne prócer venezolano quien luchó por la independencia latinoamericana y un continente unido y soberano.


El Gran Mariscal de Ayacucho, como también se le conoció, nació en Cumaná, estado Sucre, el 3 de febrero de 1795, y desde pequeño siempre tuvo sueños independentistas y la firme esperanza de ver una Venezuela libre del yugo español.

A sus 15 años se alistó en el ejército patriota nacional y participó en la campaña del Generalísimo Francisco de Miranda en 1812 contra los realistas, durante la cual ascendió a teniente, y a partir de ese momento dio sus primeros pasos en el camino que lo convirtió en prócer independentista en contra del imperio español.

Su capacidad y méritos le hicieron destinar al Estado Mayor, y en este ramo importante del servicio mereció ser elevado al empleo de General de Brigada, en tiempos en que no se prodigaban tan elevados puestos de la milicia.

En la segunda mitad del año 1815 Sucre participó activamente en la defensa de Cartagena de Indias, desde donde pasó a combatir en la Guayana y el Bajo Orinoco.

Con el grado de general de brigada, marchó en 1818 a Angostura, donde el Libertador Simón Bolívar instaló su cuartel general y organizaba la República. Allí se convirtió en uno de sus mejores lugartenientes y se ganó la amistad y el respeto del Libertador, quien resaltó siempre sus dotes militares y su elevado sentido de la moralidad.

Enviado a las Antillas con la misión de obtener armas para el ejército, ingresó en el estado mayor de Mariño, quien combatía en el Oriente venezolano; más tarde pasó al estado mayor de Bolívar y fue designado integrante de la comisión que firmó el armisticio y la regulación de la guerra de Santa Ana de Trujillo (1820) con el general realista Pablo Morillo, por el que se pretendía evitar al máximo los efectos de la guerra sobre la población civil.

Al año siguiente marchó al frente de un ejército en apoyo de la sublevación de Guayaquil, puerto al cual también arribaron tropas del general San Martín. Comenzó entonces la campaña de liberación de Ecuador, que tuvo su culminación en Pichincha, batalla librada en 1822.

Con esta victoria de Sucre se consolidó la independencia de la Gran Colombia, se consumó la de Ecuador y quedó el camino expedito para la liberación de Perú, tras la renuncia de San Martín. Sucre entró en Lima en 1823, precediendo a Bolívar. Participó con él en la batalla de Junín y, el 9 de diciembre de 1824, venció al virrey La Serna en Ayacucho, acción que significó el fin del dominio español en el continente suramericano.

El Parlamento peruano lo nombró Gran Mariscal y General en Jefe de los ejércitos. Al frente de ellos marchó al Alto Perú, donde proclamó la República de Bolivia en homenaje al Libertador, a quien encargó la redacción de su Constitución. La Asamblea local lo nombró presidente vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los motines y la presión de los peruanos opuestos a la independencia boliviana.

Jamás vio la América un ejército más disciplinado, más moral, ni más digno de un perfecto General como lo fue Sucre. Sus movimientos estratégicos, su retirada, la elección del campo en que debía triunfar, todo fue grande, todo inspiró respeto a sus enemigos, y todo contribuyó a la esplendidez de la más señalada victoria sostenida en Latinoamérica.

Su destreza militar, grandeza política y personalidad independentista, así como sus importantes victorias para alcanzar una patria unida, despertaron los más viles sentimientos en sus contrincantes, quienes planificaron y ejecutaron en las Montañas de Berruecos, cerca de Pasto, su asesinato.

La muerte del Gran Mariscal de Ayacucho fue planificada con alevosía, ensañamiento, ventaja y premeditación, y con un una emboscada acabaron con su vida el 4 de junio de 1830, cuando contaba con apenas 35 años de edad.

La Revolución Bolivariana rescató el nombre de Sucre y colocó en el sitial de honor que se merece. Gracias al profundo proceso de cambios sociales que vive Venezuela, se creó la misión Sucre, en el año 2003, con el objetivo de incorporar a los jóvenes excluidos del sistema educativo a la formación universitaria.

Hoy los pueblos dignos del continente le rinden tributo y toman su ejemplo de fidelidad y amor patrio para seguir adelante en la lucha por la definitiva independencia.